Distinguida Señora, vaya por delante mi respeto, mi admiración y mi agradecimiento a usted como máximo representante del pueblo alemán. Mi respeto y admiración por cómo han conseguido salir de su agujero negro de la segunda guerra mundial reintegrándose a la democracia, reunificando a sus pueblos y consiguiendo un crecimiento en todos los terrenos digno de todos los elogios.
Mi agradecimiento por cómo acogieron y les dieron trabajo a mis compatriotas en las décadas de los 60 y 70. Espero que ustedes sepan reconocer igualmente la contribución que aquellos hombres y mujeres españoles aportaron al llamado milagro alemán.
Viene usted ahora Señora Merkel a darnos otro apretón de tuerca y decirnos a los españoles que aumentemos nuestra productividad y bajemos nuestros salarios, o dicho sea a mi manera que seamos mas infelices y mas pobres.
Usted desconoce la realidad española donde los sueldos son ridículos en comparación con los de sus compatriotas.
Aquí tenemos algunos sectores como el de la construcción donde la productividad ha estado según épocas directamente relacionadas con los salarios pero esa no es una buena solución. Lo suyo es que como ocurre en su país el empresario haga participar al empleado de la marcha global de la empresa vinculando su trabajo y su retribución a los resultados económicos de la misma haciéndole partícipe de los beneficios y de las pérdidas así como de la producción necesaria según la cartera de pedidos, pudiendo incluso reducir la jornada y el salario para mantener el empleo de todos.
Quiero pensar que usted tiene unos pésimos asesores o demasiado listos, que también es malo, porque usted de tonta, con perdón, no tiene ni un pelo.
Señora ha errado usted la mirada o el destino de su discurso. Vaya usted a un slum de Bombay por ejemplo y contemplará como en una chabola de 20 metros cuadrados se hacinan otros 20 trabajadores que laboran durante dieciséis horas diarias sin levantar la cabeza, seis días a la semana, sin bajas laborales pagadas, sin vacaciones, sin seguros sociales, ni derecho a pensión alguna, ni desempleo, ni sanidad y todo ello por DOS DOLARES AL DIA. Y encima sonríen y se les ve al parecer felices, porque claro eso les permite por lo menos comer un par de veces al día.
Esto está ocurriendo de manera muy similar y con ligeras variantes dependientes de cada lugar en todos los países emergentes del BRIC o de los N-11, los Próximos Once.
Esto significa que la productividad de estos trabajadores se aproxima al infinito puesto que el coste de dicha mano de obra tiende a cero. Y esto a su vez nos lleva a una inocente conclusión si la mano de obra tiende a cero la plusvalía generada tiende también a infinito. Ya se sabe productividad y plusvalía corren de la mano.
Claro que algunos no se han enterado todavía que en esos países han implantado sus fábricas hace tiempo empresas estadounidenses, inglesas… y españolas y alemanas.
No se pide romper ese incipiente desarrollo de esos países aunque sea a costa del sacrificio de unas generaciones, lo que pedimos algunos es intentar encauzar el proceso sin romperlo hacia un destino global de justicia social. Todo ello con manos muy delicadas puesto que tan solo hay que observar que muchas fábricas chinas se están trasladando a la India y Vietnam porque se están encareciendo sus costes de mano de obra. Increíble pero cierto.
Estoy absolutamente seguro señora Merkel que usted no pretende que los españoles ni siquiera sus compatriotas compitamos con esto, por lo que se deduce que el trabajo pendiente es aumentar los derechos sociales de aquellos para que algún día vuelva el trabajo a Europa.
También por la vía fiscal se puede hacer alguna cosa para redistribuir a los ciudadanos de los países que generan la mano de obra y a los de los países que aportan las empresas con el I+D esas infinitas plusvalías generadas con estos métodos de producción.
Señora Merkel esta es la Otra Vuelta de Tuerca que hay que dar, cortar esa sangrante huida de nuestras empresas hacia los emergentes por la vía fiscal y penalizar la importación de los productos generados allí por la misma vía. No, no estoy pidiendo el intervencionismo que por otra parte sería hoy por hoy imposible estoy pidiendo algunas medidas regulatorias que redistribuyan los daños y los beneficios.
Esas plusvalías infinitas no pueden seguir yendo al bolsillo de unos pocos, de aquí y de allí, mientras la sangría del empleo en el mundo desarrollado se está convirtiendo en una hemorragia mortal que está dejando a nuestros países sin perspectivas de futuro y a nuestra juventud absolutamente desmotivada y desmoralizada.
Mi agradecimiento por cómo acogieron y les dieron trabajo a mis compatriotas en las décadas de los 60 y 70. Espero que ustedes sepan reconocer igualmente la contribución que aquellos hombres y mujeres españoles aportaron al llamado milagro alemán.
Viene usted ahora Señora Merkel a darnos otro apretón de tuerca y decirnos a los españoles que aumentemos nuestra productividad y bajemos nuestros salarios, o dicho sea a mi manera que seamos mas infelices y mas pobres.
Usted desconoce la realidad española donde los sueldos son ridículos en comparación con los de sus compatriotas.
Aquí tenemos algunos sectores como el de la construcción donde la productividad ha estado según épocas directamente relacionadas con los salarios pero esa no es una buena solución. Lo suyo es que como ocurre en su país el empresario haga participar al empleado de la marcha global de la empresa vinculando su trabajo y su retribución a los resultados económicos de la misma haciéndole partícipe de los beneficios y de las pérdidas así como de la producción necesaria según la cartera de pedidos, pudiendo incluso reducir la jornada y el salario para mantener el empleo de todos.
Quiero pensar que usted tiene unos pésimos asesores o demasiado listos, que también es malo, porque usted de tonta, con perdón, no tiene ni un pelo.
Señora ha errado usted la mirada o el destino de su discurso. Vaya usted a un slum de Bombay por ejemplo y contemplará como en una chabola de 20 metros cuadrados se hacinan otros 20 trabajadores que laboran durante dieciséis horas diarias sin levantar la cabeza, seis días a la semana, sin bajas laborales pagadas, sin vacaciones, sin seguros sociales, ni derecho a pensión alguna, ni desempleo, ni sanidad y todo ello por DOS DOLARES AL DIA. Y encima sonríen y se les ve al parecer felices, porque claro eso les permite por lo menos comer un par de veces al día.
Esto está ocurriendo de manera muy similar y con ligeras variantes dependientes de cada lugar en todos los países emergentes del BRIC o de los N-11, los Próximos Once.
Esto significa que la productividad de estos trabajadores se aproxima al infinito puesto que el coste de dicha mano de obra tiende a cero. Y esto a su vez nos lleva a una inocente conclusión si la mano de obra tiende a cero la plusvalía generada tiende también a infinito. Ya se sabe productividad y plusvalía corren de la mano.
Claro que algunos no se han enterado todavía que en esos países han implantado sus fábricas hace tiempo empresas estadounidenses, inglesas… y españolas y alemanas.
No se pide romper ese incipiente desarrollo de esos países aunque sea a costa del sacrificio de unas generaciones, lo que pedimos algunos es intentar encauzar el proceso sin romperlo hacia un destino global de justicia social. Todo ello con manos muy delicadas puesto que tan solo hay que observar que muchas fábricas chinas se están trasladando a la India y Vietnam porque se están encareciendo sus costes de mano de obra. Increíble pero cierto.
Estoy absolutamente seguro señora Merkel que usted no pretende que los españoles ni siquiera sus compatriotas compitamos con esto, por lo que se deduce que el trabajo pendiente es aumentar los derechos sociales de aquellos para que algún día vuelva el trabajo a Europa.
También por la vía fiscal se puede hacer alguna cosa para redistribuir a los ciudadanos de los países que generan la mano de obra y a los de los países que aportan las empresas con el I+D esas infinitas plusvalías generadas con estos métodos de producción.
Señora Merkel esta es la Otra Vuelta de Tuerca que hay que dar, cortar esa sangrante huida de nuestras empresas hacia los emergentes por la vía fiscal y penalizar la importación de los productos generados allí por la misma vía. No, no estoy pidiendo el intervencionismo que por otra parte sería hoy por hoy imposible estoy pidiendo algunas medidas regulatorias que redistribuyan los daños y los beneficios.
Esas plusvalías infinitas no pueden seguir yendo al bolsillo de unos pocos, de aquí y de allí, mientras la sangría del empleo en el mundo desarrollado se está convirtiendo en una hemorragia mortal que está dejando a nuestros países sin perspectivas de futuro y a nuestra juventud absolutamente desmotivada y desmoralizada.