El equilibrio es la armonía del universo y el máximo exponente de la extrema fragilidad del mismo y de nuestra propia existencia.
Si las fuerzas gravitatorias se desequilibraran el universo se iría a hacer puñetas.
La delicada y tenue frontera que separa el equilibrio de su desaparición constituye el meollo de nuestro inestable día a día.
Las sillas mantienen su casi siempre equilibrio estable gracias a sus cuatro patas pero el nuestro con tan solo dos, a veces nos produce nuestra precipitación al vacío e incluso fracturas en nuestra frágil estructura de calcio.
Nuestra blanda estructura superior a veces se trastoca, el flujo eléctrico ínter neuronal se altera y cruzamos la frontera de la “cordura” a la “locura”.
El flujo de nuestro principal líquido rojo se altera por la rotura u obstrucción de algunas de nuestras conducciones y hete aquí el desastre.
El complejísimo equilibrio químico de las infinitas reacciones que tienen lugar en nuestro interior se rompe y pasamos al caos.
En absoluto la desaparición del equilibrio es negativa pues a veces de esta nace la verdadera cordura o la belleza, como tantas veces ocurre en el arte. El problema surge cuando produce la destrucción.
El equilibrio es esa invisible y frágil línea que separa la armonía del caos, la vida de la muerte, lo sublime de lo ridículo.
Si las fuerzas gravitatorias se desequilibraran el universo se iría a hacer puñetas.
La delicada y tenue frontera que separa el equilibrio de su desaparición constituye el meollo de nuestro inestable día a día.
Las sillas mantienen su casi siempre equilibrio estable gracias a sus cuatro patas pero el nuestro con tan solo dos, a veces nos produce nuestra precipitación al vacío e incluso fracturas en nuestra frágil estructura de calcio.
Nuestra blanda estructura superior a veces se trastoca, el flujo eléctrico ínter neuronal se altera y cruzamos la frontera de la “cordura” a la “locura”.
El flujo de nuestro principal líquido rojo se altera por la rotura u obstrucción de algunas de nuestras conducciones y hete aquí el desastre.
El complejísimo equilibrio químico de las infinitas reacciones que tienen lugar en nuestro interior se rompe y pasamos al caos.
En absoluto la desaparición del equilibrio es negativa pues a veces de esta nace la verdadera cordura o la belleza, como tantas veces ocurre en el arte. El problema surge cuando produce la destrucción.
El equilibrio es esa invisible y frágil línea que separa la armonía del caos, la vida de la muerte, lo sublime de lo ridículo.