domingo, 18 de julio de 2010

No son los mercados, son los proletarios.



Argumentar que los mercados son los causantes de la crisis actual, es sin ánimo de ofender, infantil.
Tampoco lo son la crisis financiera producida por las subprime o el sector inmobiliario. Todo demasiado pequeño para tan descomunal desastre económico.

Esta es una crisis de la economía real, de la economía productiva.
Esta crisis está causada por los trabajadores de los países emergentes de 30 dólares al mes y jornadas laborales de 16 horas con productividad infinita, sin derechos sociales y sin ninguna conflictividad.

Esta es la dictadura del proletariado emergente contra el proletario del primer mundo con todos los derechos del estado del bienestar. Siendo el proletario el instrumento y no el dirigente del sistema.

Es lo que lleva produciendo desde hace tres décadas una descompensación de las balanzas comerciales del primer mundo, es lo que está produciendo un trasvase del PIB mundial del primer mundo a los países del otro lado, el cambio de la propiedad de muchas empresas lideres de sectores estratégicos a las manos de nuevos dueños, del trasvase de la liquidez financiera de donde ha estado casi siempre a los bancos de los países emergentes.

Los mercados aprovechan las mareas y las corrientes para llegar a puerto antes que nadie pero no pueden provocarlas.
Si así fuera esta crisis tendría una fácil solución y no la tiene porque no tiene ninguna solución ni fácil, ni difícil.

China es dueña de una gran parte de la deuda pública americana, entre otras, y esto es a su vez su fortaleza y su debilidad, puesto que a la vez que le da poder sobre la economía americana le hace depender de ella.
El otro lado produce una gran parte de los bienes de consumo que antes se producían en el primer mundo pero si este continua su depresión económica, quien comprara los bienes producidos allí?

El primer mundo tiene que asumir que su imperio se ha acabado y que tiene que pactar con el otro lado una solución para la nueva situación que haga viable un nuevo sistema económico, una nueva economía de mercado global.

Tenemos que entender que hay que proceder a un nuevo reparto global de la riqueza, que se ha ido produciendo durante las tres últimas décadas con hipotecas de nuestras economías. Ahora hay que proceder a su devolución por la vía ejecutiva con la asunción por parte del primer mundo que ahora nos toca hacer realidad que somos más pobres, que una parte de nuestra riqueza la teníamos hipotecada por el otro lado y que ha llegado la hora de su devolución.



El equilibrio



El equilibrio es la armonía del universo y el máximo exponente de la extrema fragilidad del mismo y de nuestra propia existencia.
Si las fuerzas gravitatorias se desequilibraran el universo se iría a hacer puñetas.
La delicada y tenue frontera que separa el equilibrio de su desaparición constituye el meollo de nuestro inestable día a día.
Las sillas mantienen su casi siempre equilibrio estable gracias a sus cuatro patas pero el nuestro con tan solo dos, a veces nos produce nuestra precipitación al vacío e incluso fracturas en nuestra frágil estructura de calcio.
Nuestra blanda estructura superior a veces se trastoca, el flujo eléctrico ínter neuronal se altera y cruzamos la frontera de la “cordura” a la “locura”.
El flujo de nuestro principal líquido rojo se altera por la rotura u obstrucción de algunas de nuestras conducciones y hete aquí el desastre.
El complejísimo equilibrio químico de las infinitas reacciones que tienen lugar en nuestro interior se rompe y pasamos al caos.
En absoluto la desaparición del equilibrio es negativa pues a veces de esta nace la verdadera cordura o la belleza, como tantas veces ocurre en el arte. El problema surge cuando produce la destrucción.
El equilibrio es esa invisible y frágil línea que separa la armonía del caos, la vida de la muerte, lo sublime de lo ridículo.