A los que contamos nuestros años por las esperanzas frustradas en la cosa publica, y ya van unos cuantos, no nos cansamos de ilusionarnos de nuevo cada vez que vemos una oportunidad.
En este caso es Obama o la posibilidad de que otro mundo es posible.
Sin ilusiones desorbitadas, pero si supone que no habrá más guerras, o como mínimo que habrá menos violencia y que tendremos un poco más de justicia redistributiva y que el hambre en el mundo retrocederá, el buen filete o el buen vino nos sabrá con menos sabor agridulce.
Nuestra mala conciencia igual nos deja conciliar el sueño.
Que se cumplan los pronósticos.
En este caso es Obama o la posibilidad de que otro mundo es posible.
Sin ilusiones desorbitadas, pero si supone que no habrá más guerras, o como mínimo que habrá menos violencia y que tendremos un poco más de justicia redistributiva y que el hambre en el mundo retrocederá, el buen filete o el buen vino nos sabrá con menos sabor agridulce.
Nuestra mala conciencia igual nos deja conciliar el sueño.
Que se cumplan los pronósticos.